miércoles, 27 de junio de 2012

CICLOTREKKING: VICAS-LAGUNA DE ANTACOCHA, 23 y 24 DE JUNIO 2012.

El anexo de Vicas se encuentra ubicado en el distrito de Huachupampa, provincia de Huarochirí, departamento de Lima, a una altitud de 2800msnm. La Laguna Antacocha está ubicada a unos 20km al Norte de Vicas.

Para llegar a Vicas hay que viajar por la Carretera Central hasta el desvío que lleva a Santa Eulalia y de allí tomar la carretera que va a San Pedro de Casta hasta llegar al Puente Autisha, donde hay un desvío que conduce a varios pueblos, entre ellos Vicas y Huachupampa.

Vicas es un pueblo silente suspendido en el claro de una meseta, a donde se puede llegar remontando una trocha carrozable que serpentea por montañas abruptas, cuyas texturas y oquedades van dibujando paisajes oníricos que te embelesan a más no poder. A la entrada del pueblo, un arco de material noble, ligeramente ataviado, situado al borde de un acantilado, da la bienvenida a propios y extraños. En su seno, unas 50 familias dedicadas al pastoreo y a la agricultura dan vida a este sencillo lugar. En Vicas hay una posta médica, una escuela primaria, dos bodegas y una explanada que apenas está cubierta de gras, lo que más sorprende de Vicas es que en medio de tanta sencillez hay un hotel (albergue) cuya arquitectura moderna sobresale ante las demás construcciones rústicas del lugar, el hotel tiene habitaciones acogedoras, con piso de loza, camarotes y baño incluido, era de lujo considerando que nos encontrábamos en un Anexo y no en la capital del distrito de Huachupampa.

Era la tarde del 23 de junio de 2012 cuando en el parque Echenique de Chosica nos reunimos 13 cicloviajeros para ir a descubrir Vicas y a explorar la desconocida ruta que lleva a la laguna de Antacocha. Antes, cada quien por su cuenta había tratado de ubicar Vicas en Google Maps y Google Earth pero al parecer nadie lo había logrado, sólo una crónica de “Aire Puro” contaba el periplo que tuvieron que pasar un grupo de personas que se aventuraron a caminar por esas latitudes. Ahora nosotros estábamos decididos a escribir nuestra propia historia, llevando nuestras bicicletas para rodar de noche desde el puente Autisha hasta el pueblo de Vicas y a la madrugada siguiente ascender en caminata por los estrechos senderos que van bordeando montañas tras montañas en una suerte de “camino al cielo” en dirección a la Laguna de Antacocha.

Cerca de las 6pm una combi nos aproximó hasta el puente Autisha, el armatoste llegó a duras penas y casi sufre una avería antes de llegar a Huinco, algunos tuvimos que bajar para aligerar el peso de la máquina. Mientras viajábamos a Autisha la cháchara fluía entre los cicloviajeros, las bromas no se hicieron esperar ni las carcajadas tampoco. Una parada en Huinco fue motivo para ingerir algún alimento y para comprar un trago caliente que mitigara nuestro frío.
Parque Echenique (Chosica).
 Una parada en Huinco.
 Llegada al Puente Autisha.
Ya en Autisha iniciamos los preparativos para la conquista de Vicas, se encendieron las linternas y la noche se mimetizó en el barullo de trece ciclistas que armaron rápidamente sus bicicletas con habilidad de cirujano. Mil fotografías en un mismo acto no se hicieron esperar y al cabo de unos segundos nos echamos a andar los 10km que separaban a Vicas de este lugar. 
Se inicia la Ciclocaminata desde el Puente Autisha a Vicas.
Casi tres horas nos tomó llegar hasta Vicas, el grupo decidió ir caminando en vista que Ruby, Desiré y Jorge no habían llevado  bicicleta y este último caminaba a tientas por una lesión en la rodilla que aún andaba cicatrizando. Edwin, Alvaro y Ricardo se adelantaron para establecer el primer contacto con alguien del pueblo, mientras tanto Maribel iba tanteando la trocha con su Specialized que se confundía con la noche y que unos kilómetros más arriba experimentara su primera ponchada de llanta, avería que fue superada in situ por todos sus compañeros.
Parchando llanta en la ruta a Vicas.
(Foto: cortesía de María Salinas).
Después de 6km encontramos el desvío que conduce al pueblo y 4km más arriba un arco de piedra nos anuncia que hemos logrado nuestro primer objetivo, mil fotos más para el recuerdo y enseguida penetramos en aquel lugar insólito que casi nadie conocía. Llegamos hasta un cuadrilátero que fungía de plaza mayor, rodeado de casitas que parecían de juguetes con su techo a dos aguas y en cuyo frente se alzaba muy orondo el hotel 5 estrellas donde fuimos a pernoctar.
Llegada a Vicas, 2800msnm
(Huachupampa-Huarochirí, Lima-Perú).
 Llegada al Hotel 5 Estrellas de Vicas.

Cerca de las doce de la noche fuimos a tocarle la puerta a una bodega, nos llevamos casi todo a pesar de que habíamos dicho que trajeran sus alimentos. Nuestra cena estuvo compuesta por galletas, mermelada, atún, néctar, chocolates y todo cuanto se nos ocurrió comprar en la tienda de enfrente. Con todo eso dentro del estómago ¿quién iba a conciliar el sueño aquella noche?, por eso luego del ágape nos pusimos a conversar en la cómoda habitación del hotel “Vicas 5 estrellas”, la charla fue apoderándose de los presentes y las historias de espíritus y duendes narradas en tercera persona fueron saliendo al paso hasta que Maribel empezó a darnos cátedra de experiencias paranormales que llevaban su propia firma estampada en el etéreo mundo de las almas, mientras todos escuchaban perplejos las historias de Maribel, el nivel de un líquido destilado se iba agotando velozmente en cada sorbo de una copa improvisada que selló para siempre la camaradería de aquella memorable velada.
La cena en el Hotel 5 estrellas de Vicas.
(Foto: cortesía de María Salinas).

Sólo el sonido de una alarma vino a disolver la mágica escena de un grupo de noctámbulos abstraídos en un coloquio sin fin, luego, ipso facto, todos empezamos a alistarnos para ir en busca de una laguna llamada Antacocha a donde todos queríamos ir pero ninguno sabía cómo llegar, por eso primero fuimos a buscar al guía, quien nos había prometido un desayuno sustancioso antes de partir, sin embargo grande fue nuestra sorpresa cuando el guía ni el desayuno aparecieron, pero en medio de tanta desazón un hombre llamado Luis había salido a nuestro encuentro para preguntar quiénes éramos, ya que no era normal que a las 3 de la mañana hubieran personas caminado por las calles de Vicas.

Listos para partir hacia la Laguna Antacocha.
Luis ha vivido en Vicas toda su vida, tiene el fenotipo de un hombre típico de la sierra, cultiva hortalizas y cuida de su madre anciana en una modesta vivienda a donde nos invitó a pasar, él conocía la ruta a Antacocha como la palma de su mano, razón por la cual lo contratamos como guía.
Encuentro con Luis, nuestro guía.
 Pago a la tierra (parte I).
 Pago a la tierra (parte II).
(Foto: cortesía de María Salinas).
A las 3.15 de la mañana iniciamos la caminata en fila india con Luis a la cabeza, él juraba que en 5 horas estaríamos frente a la laguna, pero no contaba con que nosotros como caminantes éramos excelentes ciclistas.

Nos vamos cuesta arriba, en direccióna Antacocha.
La montaña nos fue devorando paulatinamente, en sus entrañas era imposible ver nuestro propio cuerpo, la noche se volvió eterna y el espectáculo de las estrellas fugases dio paso a la imaginación y a la persecución de los deseos. Desde lo alto de la montaña Vicas y Huachupampa se observaban como dos luminarias suspendidas en la nada, separados por la oquedad de una noche inescrutable.


Huachupampa (izquierda) y Vicas (derecha).

Luis iba muy rápido y había que detenerlo para reagrupar a la gente, mientras tanto la montaña no daba tregua, la pendiente aumentaba y el amanecer tardaba mucho tiempo en llegar. Prácticamente andábamos a tientas, apenas alumbrados con luz artificial, no me explicaba cómo Luis podía conducirse por aquel territorio inexpugnable, sólo cuando descendí de la montaña pude ver los precipicios por cuyos bordes habíamos caminado a oscuras, esto era una prueba más de que estábamos irremediablemente locos.

Caminando por lo mejor del Perú (Vicas-Laguna Antacocha).
 El espectáculo de las estrellas fugaces.
 Rezándole a los Apus al amanecer (Vicas-Laguna Antacocha).
(Foto: cortesía de Jorge Lizón).

Cuando la alborada tiño el cielo de azul me sentí el animal más feliz del mundo, ya no soportaba más la oscuridad, recuperar la visión me dio más ánimo para continuar con el itinerario, casi todos estábamos marchitos, algunos con mal de altura y otros con hambre y sed, sin embargo cinco de nuestros compañeros: José, Edgar, Desiré Ricardo y Kairo habían tomado el liderazgo de la ruta, mientras que Luis, Jorge, Maribel, Ruby, Daniel, Edwin, Cristhian y yo nos pusimos a descansar a la llegada del alba. Más tarde Ruby y Luis se adelantaron y se juntaron con el primer grupo, mientras que el resto fuimos a paso lento como presagiando que ya no completaríamos la ruta.  

Amanecer en la ruta Vicas-Laguna Antacocha.
 El día llegó por completo y aún faltaba mucho por recorrer.
Al llegar a un punto donde la quebrada se estrecha y las montañas se juntan, justo donde encontramos una caída de agua, se logra pasar al otro lado del valle, desde allí el sendero se levanta hasta llegar a un llano que sirve de campamento, el cual precede a un abra que conduce a la primera cima (la vaqueriza). Daniel, Jorge y Maribel optaron por quedarse cerca de la caída de agua, mientras tanto el primer grupo ya había conquistado la primera cima y esperaban a que Edwin, Cristhian yo llegáramos para continuar la ruta a la Laguna Antacocha.

Después que Edwin y Cristhian decidieron no proseguir con la ruta yo decidí trepar hasta aquella cima donde el primer grupo aguardaba, sólo treinta minutos me tardó en llegar hasta esa cumbre, pero aquel tiempo fue suficiente para que mis amigos se marcharan, se cansaron de esperarnos y enrumbaron por caminos ignotos que Luis les fue inventando entre las montañas que sólo él conocía de memoria.


Cruzando al otro lado de la quebrada (Vicas-Laguna Antacocha).
 Zona de campamento, muy cerca de la primera cumbre.

Luego de haber andado casi toda la noche, a las 8.15 de la mañana llegué a mi primera cumbre (cerca de los 4000msnm), el grupo que lideraba la marcha ya se había ido, ni sus rastros pude hallar porque camino ya no había. Desde aquí la vista era colosal, hacia el Este el Sol devoraba la silueta de unas montañas que se hallaban en la otra orilla de una quebrada insondable, hacia el Norte un bosque de Puyas de Raimondi me cautivaba con su belleza, hacia el Sur la pendiente me recordaba todo lo que había subido la madrugada anterior y hacia el Oeste el espectáculo de la naturaleza me dejaba ver la franja azul de un Océano Pacífico inconmensurable y distante. ¡Qué maravilloso era todo esto caray!, hasta un poco de miedo sentí al verme tan solo en medio de un lugar tan extraño, enorme y silencioso, jamás en mi vida me había sentido así frente a la naturaleza, tan pequeño, tan frágil, forastero e invasivo. Como yo no pertenecía a ese entorno le hice una reverencia a la tierra para no perder el camino de regreso a Vicas. Qué pequeños e indefensos nos sentimos cuando nos hallamos inmersos en hábitats desconocidos, supongo que así se deben sentir los animales silvestres cuando son llevados a la ciudad por algún cretino que busca lucrar con ellos.

Conquistando la primera cumbre, era la mitad del camino
(Vicas-Laguna Antacocha). 
 Rodales de Puya de Raimondi en la ruta de la Laguna Antacocha.
 Por esa ruta se fueron los demás y encontraron la laguna Antacocha.
 José, Ruby, Desiré, Kairo, Edgar y Ricardo,
en su travesía por la Laguna Antacocha.
(Foto: cortesí de José Chinin).
 Laguna Antacocha (foto: Cortesía de José Chinin).

Luego de haber escrutado por algunos minutos aquella cumbre y habiendo resuelto abortar mi expedición a la laguna Antacocha emprendí el camino de regreso a Vicas. Por algunos momentos tuve problemas para encontrar el camino, pero sin perder la calma logré enrumbarme nuevamente por la senda correcta, al menos eso creía yo. Cuando llegué a la caída de agua recién tuve la certidumbre que estaba yendo por la vía correcta, así que me lancé en estampida para ver si alcanzaba a mis compañeros que habían descendido antes. Más abajo encontré a Jorge y Maribel y luego a Edwin y Daniel.

La cumbre vista desde abajo (descenso a Vicas).
 Vista de Huachupampa, durante el descenso a Vicas.
 Edwin y Daniel, en su descenso a Vicas.
 Retorno al pueblo de Vicas.
 Plaza Mayor de Vicas, 2800msnm (Huarochirí, Lima-Perú).
Al llegar a Vicas encontramos a Cristhian y Álvaro descansando a pierna suelta sobre el pavimento. La mala noticia era que no había comida y el hotel se hallaba cerrado. Una bodega del pueblo sirvió de refugio para volver a comer Atún con galletas. Cristhian había logrado comunicarse con José, quien le había dicho que aún no llegaban a la laguna, pero cerca de las 1.30pm nos avisaron que ya lo habían logrado, la laguna Antacocha había sido conquistada por seis de nuestros compañeros, José, Ruby, Desiré, Edgar, Ricardo y Kairo, el periplo había sido exitoso, una gran hazaña, casi 20km de caminata por las montañas hasta coronar los 4500msnm, en un viaje continuo que les tomó casi 12 horas.

Mientras que en la laguna Antacocha reinaba la algarabía, en Vicas reinaba la preocupación, pues el tiempo que tardarían en bajar de la montaña sería de por lo menos 5 horas, o sea que José y compañía deberían estar llegando al pueblo entre las 7 y 8 de la noche, razón por la cual los que estábamos en Vicas decidimos partir, no sin antes coordinar telefónicamente con José nuestra partida. El problema mayor lo tendrían Ruby y Desiré, pues al no haber llevado bicicleta, ellas no tendrían como salir de aquel lugar.

En el hotel de Vicas, alistando la partida hacia Lima.

A las 2.30pm Edwin, Jorge, Daniel, Maribel, Cristhian, Álvaro y yo nos fuimos de Vicas, acompañamos a Jorge y Maribel hasta un desvío donde pudieran abordar un bus que los llevara a Chosica, de allí los demás enrumbamos pedales en dirección a Autisha, Huinco y Chosica.
Nos vamos de Vicas.

 Descenso Vicas-Autisha-Huinco-Chosica.
 En el arco de Vicas, foto de despedida.
 Descenso Vicas-Autisha-Huinco-Chosica.

El descenso de Huinco a Chosica fue bárbaro, 40 minutos nos tomó en llegar hasta Santa Eulalia. La bici nueva de Cristhian (cuadro Look) fue puesta a prueba a más no poder, mientras que Daniel iba soportando con estoicismo las heridas que tenía en su pie.

Rodando por los caminos del Perú (Vicas-Huinco-Chosica).

 Rodando por los caminos del Perú (Vicas-Huinco-Chosica).
 Rodando por lo mejor del Perú (Vicas-Huinco-Chosica).

A las 7pm supimos que José, Ricardo y Kairo habían llegado a Vicas, pero Ruby, Desiré y Edgar aún permanecían en las montañas. José los esperó hasta las 8.30pm, hora en que apareció Ruby, quien se hallaba muy preocupada porque no sabía cómo iba a salir de aquel lugar. José y compañía tuvieron que marcharse mientras que Ruby se quedó a esperar a Edgar y Desiré, quien había sufrido una lesión en el tobillo lo cual le impedía caminar.

Desde Lima, Edwin y yo hacíamos las coordinaciones para que un carro de Chosica los fuera a recoger, pero la búsqueda fue infructuosa, ningún taxista quería ir para allá y mucho menos de noche, aducían que la ruta era muy peligrosa y plagada de leyendas que ellos no estaban dispuestos a corroborar.

Cerca de la 9pm Ruby, Desiré y Edgar ya estaban reunidos en Vicas a la espera del vehículo que los fuera a recoger, pero esto no fue posible. En todo momento mantuve comunicación telefónica con ellos para saber cómo estaban, así supe que José y compañía habían llegado a Lima cerca de la 1 de la mañana del día lunes, mientras que los tres que aún permanecían en Vicas no tuvieron más remedio que esperar a que sean las 3 de la mañana del día lunes para que un lugareño los llevara en su auto hasta Chosica. Nuestro amigo Edgar a pesar de haber llevado bicicleta, y pudiendo haberse marchado, decidió quedarse a acompañar a Ruby y Desiré hasta el otro día.

A las 6 de la mañana del día lunes, ya en Lima, el capítulo de la laguna Antacocha llegó a su fin.

Seguramente esto es algo que vamos a recordar toda la vida, los viajes de aventura siempre van a tener sus riesgos, sin embargo lo inteligente es saber minimizar dichos riesgos, inclusive para poder superar la calamidad.

Felicitaciones a Ruby, Desiré, José, Edgar, Ricardo y Kairo, por su perseverancia, por su fortaleza, por sus ganas de conquistar el mundo, por su solidaridad.

A pesar de los avatares estoy seguro que cada uno de nosotros vivió intensamente esta aventura, por eso sigamos buscando nuevos destinos para ciclar y alimentar esas ganas de explorar el mundo que tenemos los cicloviajeros.

¡Bicicleta, no te detengas nunca!

Ver álbum de fotos aquí: Vicas-Antacocha 

ATTE

Dúbert Díaz R.

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2 comentarios:

  1. Una de las mejores crónicas ciclistas que he leído!!! xD ... me he reído demasiado!!! Espero sigan actualizando su blog

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  2. Estimado amigo(a), gracias por su comentario, nos da mucho gusto saber que lo que hacemos también resulta interesante para otras personas.
    Saludos.

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