viernes, 15 de marzo de 2013

EL RETO DE LAS LOMAS I, 10/3/13


“Caminante, son tus huellas el camino y nada más;
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.


La mañana del 10 de marzo de 2013 treinta y seis ciclistas nos enrumbamos en una ruta incierta, pues sólo conocíamos una parte del camino y lo demás estaba por descubrir.
Un mapa trazado en Google Earth y una brújula de marcha bastaron para posicionarnos en las montañas más altas de Lima Sur (1050msnm).

 Concentración: Grifo Primax, Av. Javier Prado Este, La Molina.
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Rumbo al Parque Ecológico de La Molina.
(FOTO: Franco Kawaguchi)

Todo comenzó en un lugar llamado Grifo Primax desde donde rodamos en dirección al Parque Ecológico de La Molina. Desde la explanada de dicho parque un camino en zigzag se anuncia como un garabato distante sobre la vertiente de una montaña cuya cumbre bordea los 700msnm.

Parque Ecológico de La Molina.
 

¡Qué! ¿Por allá iremos? ¡Sí, por allá iremos! La ruta que lleva a Manchay y Pachacamac está detrás de esos cerros y hemos venido hasta aquí para conocerla. Casi todos sabíamos que era una ruta descabellada, sin embargo allí estábamos todos dispuestos a sortear la primera cumbre, lo que vendría después nadie se lo imaginaba. Un agente de Serenazgo registró nuestros datos y se despidió de nosotros sorprendido porque consideraba muy “tirado de pelos” la idea de trepar las montañas para llegar a Manchay pudiendo hacerlo como lo hace la gente normal por el camino convencional.

Trepando por el parque Ecológico de la Molina.

Las bicicletas rodaron sólo hasta cierto punto, luego al llegar al “zigzag” tuvimos que empujarla o cargarla hasta coronar la primera cumbre. Casi una hora tardó todo el grupo en llegar a la cima. La cosa fue muy divertida, aunque para algunos fue bastante extenuante. Sin embargo el esfuerzo fue recompensado con una vista privilegiada de Lima, pues gran parte de nuestra ciudad podía verse desde aquella colina.

Trepada hacia la primera cumbre.
 

Trepada hacia la primera cumbre.

Llegando a la primera cumbre (700msnm).

Llegada a la primera cumbre (700msnm).

El camino en dirección Oeste lo conocíamos perfectamente, pero esta vez nuestro objetivo era ir hacia el Este para llegar a Manchay. Una breve revisión del mapa nos hizo elegir la ruta correcta, aunque se tratase sólo de un sendero ligeramente empinado que se perdía en lo alto de otro cerro. Llegar a la segunda cumbre fue relativamente fácil, aunque casi nadie pudo abordar su monoplaza para rodar por la abrupta pendiente.

 Trepada hacia la segunda cumbre.

LLegada a la segunda cumbre (800msnm).

La gente estaba eufórica y con la adrenalina al 100%, a estas alturas del viaje ya todos sabíamos que El Reto de la Lomas no era un juego, sobre todo cuando nos dimos cuenta que otra montaña de pendiente exacerbada y superficie rocosa se habia interpuesto en nuestro camino. Algunos me preguntaron tímidamente ¿Trebud, por dónde es el camino? y mi respuesta fue perentoria ¡No lo sé!, lo cual mereció la risa de los presentes, pero fue en ese instante que les recordé que el evento que los había convocado decía claramente: “ruta de exploración y descubrimiento”, así que no había porque sorprenderse y lo mejor sería buscar el camino que nos lleve a Manchay. Mientras que un compañero se fue a explorar la zona Norte de aquel cerro imponente otros fuimos a explorar la zona Sur, pero dichos caminos no nos convencieron, así que luego de consultar el mapa y poner a punto nuestra brújula llegamos a la conclusión de que debíamos seguir hacia el Este, aunque en medio de nuestro camino se encontrase interpuesta aquella montaña de más de 100m de altura. Fue así como empezó el éxodo, no había otra opción, salvo volver la vista atrás y retornar sin gloria por el mismo camino. Todos, alentados por la curiosidad y un gran arrebato de locura, respiraron profundamente y se echaron a andar por la escarpada vertiente de aquel cerro que apenas dejaba ver el rastro de un camino ignoto que se perdía en lontananza. Cuesta arriba, cada quien fue escribiendo su propia historia soportando con estoicismo lo rudo de la jornada, empujando su bicicleta y otras veces cargándola en hombros. Al cabo de unos minutos una columna de ciclistas tomó posesión del cerro y hasta podría decirse que se apoderó de él, ni la enhiesta pendiente, ni las grandes rocas que tuvimos que sortear, doblegó el ánimo acérrimo de los presentes, cuya fortaleza casi salvaje dejaba entrever, además, un misticismo extraño que se coludía tácitamente con un vehículo de propulsión humana que esta vez no les era tan útil pero los inspiraba a involucrarse en situaciones insospechadas que le hacían descargar grandes dosis de Endorfina y Adrenalina para no sucumbir al estrés. ¡Se divierten muchachos!, era el grito de motivación para arrancar un amago de aliento a quienes ya no daban señales de vida. Cada vez que mirabas la Cima ésta se hacía más eterna, como si el Apu no quisiera concedernos la gracia de la conquista; y como si esto fuera poco el nivel del agua iba cumpliendo su rol inmisericorde en el fondo de nuestras botellas. La solidaridad y la política del buen amigo nos llevaron a compartir el agua en todo momento.

Trepada a la tercera cumbre.

Trepada a la tercera cumbre.

Trepada a la tercera cumbre.

Trepada a la tercera cumbre.

Los primeros en llegar a la tercera cumbre se veían distantes, parados sobre un promontorio de donde podían atisbar a los que aún seguían librando su propia batalla.
La tercera cumbre llegó con sorpresa, el panorama de Lima era casi total. El privilegio era de todos. Sin embargo todavía quedaba un largo tramo por recorrer.
Mientras los demás iban llegando los demás fuimos escrutando el terreno y consultando el mapa. A lo lejos se divisaba una carretera que luego se bifurcaba en dos direcciones, nosotros tomaríamos la que iba en dirección Noreste, pues estábamos convencidos que aquella ruta nos llevaría a Manchay, no obstante se apreciaba claramente que aquel camino ascendía hacia una cuarta cumbre que estaba aún más alta del lugar donde nos encontrábamos.

Llegada a la tercera cumbre.

La ruta hacia la cuarta cumbre.

Además de la carretera pudimos observar que en medio de las montañas había un Muro en construcción que significaba la separación física entre los distritos de Villa María y La Molina, ¡Carajo! otro “Muro de la vergüenza”, era increíble ver que aún en nuestra propia ciudad se construyen fronteras para dividir a la gente, el Muro le pertenecía al distrito de La Molina.
Más tarde, cuando todos habían llegado, descendimos hasta donde empezaba el Muro y grande fue nuestra sorpresa cuando nos topamos con unos guardias municipales que nos impidieron el paso. La orden era no dejarnos pasar y mucho menos utilizar la carretera porque se trataba de una propiedad privada, ¡Carajo, ahora hasta las montañas tienen dueño!, esto era insólito. Los guardias llamaron a su superior, un policía de apellido Fernández que trabaja para el municipio de La Molina, quien se apersonó raudamente a bordo de una camioneta para decirnos personalmente que no podíamos pasar porque la carretera y todo ese lugar tenía un dueño de nacionalidad Italiana llamado Renzo Ciudadano, quien residía en la cuarta cumbre por donde nosotros pretendíamos pasar. Más allá de que fuese cierto lo que el policía decía, la solución al problema era más una cuestión de sentido común y lógica simple. Nosotros éramos 30 ciclistas que habíamos cruzado una cadena montañosa practicando nuestro deporte favorito, qué daño podíamos hacerle a una carretera afirmada por donde ningún vehículo transitaba y ni siquiera podía tildarnos de invasores o gente de mal vivir porque era más que evidente que lo que hacíamos era practicar un deporte. El policía pretendía hacernos regresar por donde habíamos venido, si le habríamos hecho caso más de uno hubiese desfallecido deshidratado en medio del camino. Ante el poco razonamiento del policía nosotros pasamos y los guardias no pudieron hacernos nada, porque además nosotros éramos más que ellos.

El encuentro con los guardias y el Muro de la verguenza.

Más tarde la camioneta terminó escoltándonos hasta la cuarta cumbre. Aquella trepada fue devastadora, el camino en zigzag y la falta de agua terminaron por destruirnos a todos, pero lo logramos. Poco antes de llegar a la cumbre la carretera se eleva en un ángulo de casi 60 grados que nos obliga a bajarnos de la bicicleta y a caminar largo rato. El cuerpo ya no daba más, había que parar cada 10 pasos y recuperar el aliento para poder seguir. A estas alturas del viaje el Reto de las Lomas significaba un martirio pues no tenía cuando acabar, ya casi habían transcurrido 5 horas por las montañas y no encontrábamos Manchay.

Rumbo a la cuarta cumbre.

Trepada a la cuarta cumbre.

Al llegar a la cuarta cumbre, exhaustos, moribundos, malogrados, marchitos, macilentos, hambrientos y sedientos a más no poder nos topamos con la cabaña del italiano, quien otra vez nos dijo que no podíamos pasar, ¡Puta mare, qué tenía este tipo?  ¿Qué daño le habíamos hecho? En eso, el italiano miserable, ayudado por el policía y sus guardias atraviesa sus dos camionetas en la pista para no dejarnos pasar, este tipo sí que estaba loco. Todos sabíamos que al otro lado de esa cabaña se iniciaba el descenso que tanto habíamos anhelado y que al final de dicho descenso nos aguardaba Manchay con toda clase de bebidas frescas y potajes que no dudaríamos en probar.

Llegada a la cuarta cumbre, el encuentro con el italiano.

Estos señores no nos dejaban pasar.

Algunos compañeros tuvieron que irse por este sendero.


Mientras esperábamos al resto de los ciclistas, el policía intentó negociar con nosotros exhortándonos a que bajáramos por un lado del cerro recorriendo un estrecho sendero que nos llevaría a Musa a lo cual nosotros nos negamos y más bien preferimos esperar a todo el grupo para pasar en “Masa crítica”. Luego de casi una hora de espera el policía y el italiano deciden marcharse, los vehículos se retiran y la pista queda libre para nosotros. Fue en ese instante que la Masa crítica entra en acción y pasa sin sobresaltos por el frontis de la cabaña del europeo. ¡La pista era nuestra y Manchay con sus bebidas también!
Finalmente se impuso la bicicleta y la razón.
¡Por fin pudimos rodar por el descenso de Manchay!

Durante la espera ocho ciclistas decidieron bajar por el sendero que llevaba a Musa y los 22 restantes nos echamos a rodar por el descenso que conducía a Manchay, que dicho sea de paso estuvo espectacular; sin embargo tuvimos que cortar camino para no seguir en propiedad privada, para ello cruzamos un cerco de alambres que nos puso a salvo del italiano y después a rodar por un lugar llamado Villa Florida en la III etapa de Manchay.

Último esfuerzo para acceder a Manchay.

  
Lo anecdótico de la cuarta cumbre fue que en la cabaña del italiano había un tanque de agua conectado al tanque de un inodoro, aquel descubrimiento resultó ser el oasis que habíamos alucinado desde lo alto de la tercera cumbre cuando nos quedamos sin agua. Más de uno no dudó en beber aquel líquido incierto que lo puso a salvo de la muerte. No sabemos si fue una bendición del italiano o el detalle insólito y misericordioso que lo pondrá a salvo del infierno por habernos maltratado cuando ya andábamos maltrechos.

Nuestra llegada a la primera bodega que encontramos en Villa Florida (Manchay) fue una verdadera fiesta.

En la bodega de Villa Florida (Manchay, III etapa).

Se agradece a cada uno de los participantes. Aquel día dieron lo mejor de sí, pusieron a prueba su buen estado físico, su tesón y voluntad. Estamos seguros que se divirtieron mucho y que su travesía por las colinas más altas de Lima Sur será una experiencia que jamás olvidarán.

"SÓLO EL AMOR POR LA BICICLETA NOS HACE HACER TAMAÑAS LOCURAS".

La Ruta: 


Ver álbum de fotos aquí: Reto de las Lomas I

Ver vídeo (cortesía de José Dávila) aquí: Reto de las Lomas

AGRADECIMIENTOS:  
1. Specialized Perú: http://www.specialized.com/pe/ea/home/  
2. GYM Menphi: https://www.facebook.com/MenphiGym
3. Trebud Sport:
http://trebud.jimdo.com/




ATTE


Dúbert Díaz Ramírez.



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