viernes, 9 de octubre de 2009

LIMA-SAN JERÓNIMO DE SURCO-LIMA

LIMA-SAN JERÓNIMO DE SURCO-LIMA
Rodando por los caminos del Perú

El domingo 4 de octubre de 2009 me fui a San Jerónimo de Surco en bicicleta y retorné pedaleando como si la trepada no me hubiera bastado.
Para los que no conocen, San Jerónimo de Surco es un distrito que pertenece a la provincia de Huarochirí, en el departamento de Lima, a la altura del km 67 de la carretera central, camino a San Mateo, Ticlio, La Oroya, Huancayo, etc. Está situado a 2000msnm. Posee atractivos paisajes propios de la serranía esteparia. Cerca del pueblo, 5km cuesta arriba, a dos o tres horas de caminata y a 2700msnm se encuentra la catarata de Palacala, uno de los más importante atractivos turísticos de este lugar. Motivado por un interés pedagógico, de llevar a cabo ahí un trabajo de campo con mis alumnos, me contacté con Armando, cicloviajero de Perú Riders, que días antes había anunciado su salida a Surco para dicha fecha.
Armando, Omar y Julio partieron a las 6.30am del grifo Primax, como de costumbre, mientras que yo lo hice a las 7.00am del puente Santa Anita (km 0 de la carretera central). Pedalee los más rápido posible para alcanzarlos en Vitarte pero mi apuro no tuvo éxito, así que me resigné a hacer la ruta solo hasta Chosica (km 33), donde los encontré bebiendo concentrados de maca, quinua y soya, alimentos altamente energéticos y proteicos que caen a pelo a cualquier cicloviajero.
A las 9.10am retomamos el viaje a San Jerónimo de Surco (km 67), previo descanso en Cocachacra (km 53). Los 20 km hasta Cocachacra nos tomó 1 hora y 25 minutos, el primero en llegar fue Julio, le seguí yo, luego Omar y de ahí Armando. Este tramo es poco exigente, no obstante vas percibiendo el desgaste paulatinamente, pero se puede tolerar, pues cada cierta distancia hay tramos cortos en los que la carretera se vuelve medio plana y en declive lo cual te da chance para recobrar el aliento.
Al llegar a Cocachacra sentía que las piernas me quemaban, me era urgente ingerir frutas para reponer los electrolitos que, sin lugar a dudas, había perdido en exceso tras una copiosa transpiración propiciada por el trabajo físico y el calor reinante en aquella zona. Algunos plátanos y chirimoyas y una bebida rehidratante bastaron para calmar a los músculos que pretendían hacer “corto circuito” en las extremidades inferiores. Para descansar mejor solicité a la bodeguera una silla y otra para Julio que también parecía cansado, no obstante debo reconocer en Julio a un ciclista con una performance envidiable. Al llegar Omar y Armando les cedimos las sillas para que descansen. A las 11.15am partimos de Cocachacra hacia San Jerónimo de Surco. Este tramo sí que es agotador, son 14km de trepada con pocos declives y pocas planicies. Omar partió primero, luego salimos Julio y yo, mientras que Armando se quedó a comer y descansar.
Al cabo de unos minutos Omar desapareció sobre el asfalto y más tarde Julio hizo lo propio, así que me resigné a viajar solo como al principio, la diferencia es que ahora realmente estaba solo, entre las montañas, subiendo a duras tientas por una carretera inexorable que no me daba tregua para retomar el aliento. A diferencia de viajar por trocha, donde debes estar atento para no caerte, aquí hay que estar más atento aún para no ser arroyado por algún ómnibus interprovincial que ocupa gran parte del carril por donde tú vas a 8 ó 10km por hora comparado con los 40 ó 60 km por hora a la que van dichas máquinas rodantes. Debes voltear a cada rato para ver qué tipo de vehículo se te acerca para tomar tus precauciones y si es posible detenerte y pegarte a la montaña para evitar un accidente. De esta forma rodé lentamente con mi velocípedo hasta llegar a mi objetivo.
Era la primera vez que yo hacía el ascenso por la carretera central, así que lo asumí como un reto. Luego de San Miguel de Viso y de Intercuencas sabía que no estaba ahí para rendirme y que ese asfalto tórrido e inexorable, que se abría paso cuesta arriba entre las imponentes montañas, no me iba a hacer sucumbir antes de poder avizorar desde el sillín de mi monoplaza el letrero que dice “Bienvenido a San Jerónimo de Surco”.
Cada kilómetro de este tramo para mí era toda una hazaña. Jadeante, pero con el ánimo bien alto, iba devorando a duras penas el asfalto y hasta me daba tiempo para fotografiar y filmar el recorrido desde mi bicicleta. En el kilómetro 60 mis fuerzas ya no daban más y me vi obligado a detenerme para no desfallecer, salí de la carretera y me puse a descansar al borde del acantilado. Quince minutos después retomé el viaje y me propuse no detenerme hasta Surco, pero volví a parar en el kilómetro 62. El esfuerzo físico era tremendo, el ángulo de elevación de la carretera se hacía cada vez mayor, estaba pagando mi “derecho de piso” por ser la primera vez que rodaba cuesta arriba por estos lares. En el kilómetro 64 las fuerzas me abandonaron totalmente, era urgente comer algo y rehidratarme, me detuve cerca de un pueblito donde había un restaurante para viajeros, una mecánica de autos y un grifo de agua, descansé lo más que pude, me alimenté, me rehidraté y como último recurso extraje de mi mochila mi suplemento alimenticio que esta vez no me falló, me reincorporé rápidamente y retomé mi viaje llegando a Surco a las 1.20pm. En la plaza mayor esperaban Julio y Omar que, seguramente, habían padecido menos que yo el rigor de esta ruta, pues ya la habían hecho antes con Armando. Algo que no había mencionado y que me da mucha lástima decirlo es que durante este último tramo de 14 kilómetros en los que ascendía lentamente pegado a la montaña tuve tiempo para ver detenidamente como la canaleta por donde discurre el agua se encuentra plagada de varios elementos que no corresponden a este ecosistema, entre los que puedo citar están los siguientes: botellas de plástico de agua mineral y gaseosa, botellas de vidrio de gatorade y sporade, CDs, estuches de CDs, empaques de snack, cassetes, papel higiénico, lapiceros, vasos descartables, cajetillas de cigarro, trapos y otros desechos más que no tienen razón de estar ahí y que sólo pudieron ser arrojados por algún cretino irrespetuoso a través de la ventana de algún vehículo motorizado. Grande fue la vergüenza ajena que sentí en esos instantes. Después nos quejamos y lamentamos de la contaminación ambiental.
A la 1.50pm llegó Armando y nos llevó a un restaurante cuya entrada parecía el de una simple vivienda pero adentro tenía un gran ambiente para comer a gusto y a precio justo.
A las 3pm nos tomamos las fotos de rigor en la plaza mayor y de ahí fuimos al centro de información turístico para solicitar la información que buscaba al respecto de mi trabajo de campo que era lo que me había llevado por allá, cualquiera diría que sólo fui a San Jerónimo de Surco por un simple tríptico, pero lo cierto es que la información de primera mano que me dieron los que trabajan allí satisfizo mis requerimientos para poder hacer lo que me había propuesto.
A las 3.30pm nos lanzamos a rodar cuesta abajo. A casi 60 km/h la cosa es diferente y la sensación es indescriptible. Todo transcurrió sin percances. A las 5pm estábamos en Chosica y a las 6pm en Huachipa, donde nos despedimos de Julio, que se fue por la Av. Prialé rumbo a Los Olivos. A las 6.50pm llegamos al trébol de Monterrico, donde nos despedimos de Armando, mientras tanto Omar y yo seguimos por la Panamericana Sur camino a nuestras casas. A las 7.40pm, bastante agotado pero satisfecho, mi odómetro me recordaba que había viajado 152km a puro pedal.

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