Cycling For Life.
En el kilómetro 63.5 de la Panamericana
Sur está el distrito de Chilca, cuya plaza mayor se encuentra acicalada
por una gran catedral que impresiona la vista de propios y extraños. A
tres kilómetros de la plaza, una extensa playa de arena, limitada por
dos puntas, se convierte en el atractivo más importante de este lugar.
Playa de Chilca, al fondo Punta Ñave.
El extremo Noroeste de Chilca limita con el distrito de Pucusana, cuya
costa remata en unos acantilados y en una playa de características
excepcionales, a dicha playa le suelen llamar “Punta Lobos”, aunque
también le llaman “La Entrada”. Lo irónico de esta playa es que su
acceso es por Chilca y no por Pucusana, razón por la cual es poco
conocida y por tal motivo se ha mantenido incólume de la invasión
humana. Hasta el 2013 se podía acceder desde Chilca por una trocha
carrozable, pero ahora toda esa ruta ha sido clausurada y privatizada,
así que desde Chilca ya no se puede acceder a Punta Lobos, por lo menos
nosotros no pudimos hacerlo en nuestra última expedición en bicicleta a
dicho ecosistema marino.
Dunas de Chilca: Buscando el acceso a Playa Punta Lobos.
Eran las 11 de la noche del sábado 1
de febrero cuando enrumbamos pedales a Chilca, nuestro objetivo era
llegar al amanecer a playa Punta Lobos. Sesenta cicloviajeros rodamos
casi toda la noche por la Panamericana Sur. La ruta transcurrió sin más
complicaciones que algunos pinchazos que fueron superados raudamente,
aunque también en la partida una bicicleta malograda estuvo a punto de
malograrle el viaje a nuestro amigo Jesús, pero gracias al apoyo
solidario de Alan se pudo superar la avería.
Rumbo a Chilca por la Panamericana Sur.
La noche se sintió muy fresca y la carretera se dejó ciclar a velocidad moderada. El buen clima bicicletero se apoderó rápidamente de los presentes y hasta un perro de “peluche” nos acompañó en todo el camino. Más tarde, un grupo de reclinetas se sumó a la aventura, resaltando en la noche por sus peculiares formas. Rodar de noche por la Panamericana Sur fue muy gratificante, fue como ir tanteando cada palmo de carretera que muchas veces habíamos recorrido de día, fue como descubrir una ruta emblemática en el misterioso encanto de una noche que discurría serena paralela al mar.
Avituallamiento en Playa el Silencio.
Hasta un perro de peluche nos acompañó en el viaje.
Rumbo a Chilca por la Panamericana Sur.
Minutos antes de las 5am del domingo 2 de febrero ya estábamos rodando
por la plaza mayor de Chilca y en unos minutos más estábamos ingresando a
la trocha carrozable que nos llevaría a Punta Lobos. La pista era un
terral, donde las ruedas de los monoplazas quedaban atrapadas sin
compasión, había que pisarle fuerte para no hundirse en aquella tierra
suelta y polvorienta de unas dunas caprichosas que apenas podían verse
con los primeros rayos del Sol. El amanecer nos sorprendió en las dunas,
que ahora yacen entremezcladas con fábricas artesanales de ladrillos y
otras veces circundadas por cercos perimétricos que anuncian su
impenetrabilidad. Nosotros avanzamos hasta donde pudimos, pero al final
nos dimos cuenta que el acceso a Punta Lobos había desaparecido, con la
resignación en los pedales nos dimos media vuelta para intentar pasar
por la orilla del mar.
En las dunas de Chilca, raspando el amanecer.
Dunas de Chilca: Buscando el acceso a Playa Punta Lobos.
En Playa Chilca el campamento fue armado
rápidamente, el desayuno no se dejó esperar y hasta una parrilla se
sumó a la fiesta, otros cayeron prontamente rendidos al sueño y otros se
pusieron a jugar futbol; mientras tanto, en lontananza, al extremo
norte de dicha playa, Punta Ñave aguardaba nuestra visita para buscar el
acceso a Punta Lobos.
Campamento en Playa Chilca.
Al llegar a Punta Ñave, sus acantilados y
su fauna marina fueron un premio para los ojos, el paisaje desde lo
alto era impresionante, el “mundo lejos del mundo” era sin duda la cosa
más bella y perfecta, armónicamente dispuesta en este pedacito de tierra
llamado Perú.
Rumbo a Punta Ñave.
Punta Ñave, Chilca-Perú.
Punta Ñave, Chilca-Perú.
El acceso a Punta Lobos otra vez nos fue negado,
un cerco perimétrico cortaba el desierto en las cercanías del mar y su
única gruta que la comunicaba con Punta Ñave había sido bloqueda.
Al margen de esta pequeña dificultad, la ruta fue un éxito, convocó a un gran número de cicloviajeros en una ruta sui géneris de más de 130 Km a bordo de un pedal. Para aquellos que por primera vez viajaron una larga distancia ahora ya estarán convencidos de que sí es posible rodar en bicicleta por los caminos del Perú.
En nombre de RodandoPerú les agradezco su participación y su buena compañía.
¡Gracias a todos ustedes por hacer posible esta locura!
¡La bicicleta nos une!
Al margen de esta pequeña dificultad, la ruta fue un éxito, convocó a un gran número de cicloviajeros en una ruta sui géneris de más de 130 Km a bordo de un pedal. Para aquellos que por primera vez viajaron una larga distancia ahora ya estarán convencidos de que sí es posible rodar en bicicleta por los caminos del Perú.
En nombre de RodandoPerú les agradezco su participación y su buena compañía.
¡Gracias a todos ustedes por hacer posible esta locura!
¡La bicicleta nos une!
Ver álbum de fotos aquí: Ciclo Expedición Nocturna
Ver vídeo (cortesía de nuestro amigo Yordano Pariona): Lima-Chilca-Lima (Playa Punta Lobos)
Atte.
Dúbert Díaz Ramírez.
Dúbert Díaz Ramírez.
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